EL ASNO CON LA LIRA


EL ASNO CON LA LIRA

Fue en el Seminario Conciliar de Segovia cuando, un día de ejercicios espirituales, tuve la buena suerte de encontrarme con el padre Hilarión quien, como yo, tenía pensamientos impuros, se enfadaba y trataba a su cuerpo como a la de un Asno.

Un cerdo decía misa junto al altar mayor mientras un monaguillo se tocaba la pilila.

A causa de mis pensamientos impuros, yo respingaba y me masturbaba en vez de ir a comulgar. Mis sacrificios para combatir la lascivia impuestos por el padre Hilarión eran: pasar hambre, dormir desnudo sobre el jergón de la cama y usar el cilicio. Nada de esto dominaba mi lujuria.

Me tiraba la inclinación de la carne y mi idea era la de servir al Amado caminando como un romero con deseos de llegar a la eyaculación total.

Al subir las escaleras del camino de la perfección, el padre Hilarión se me acercaba por detrás y me hablaba en el cogote con las palabras del Eclesiástico:

-Al Asno forraje, palo y carga.

Él era mi carga, palo y forraje que me mortificaba como un religioso pedófilo que va para santo.

-Qué poca vergüenza es esto, yo le decía en voz alta, suplicando a san Gregorio Nacianceno, san Paulino, san Casiano, me librasen de esta carga.

Él se retiraba de mi espalda una vez había eyaculado, hablándome de esta manera:

-Mi perrillo de santidad, mi juguete de entretenimiento, hoy no te he podido transitar. Otro día será.

Yo me sentía como un ciervo entre el follaje, la oración y el canto gregoriano. Elevada la tenía hasta el Amado. A mi eyaculación venían las cabras de Quintanilla Pedro Abarca que me mordisqueaban el pene.

Yo alcanzaba ver a Dios no con agua ni con vino, sino con amor, pues él me cogía de la mano y me hacía su esposilla natural.

Una voz que salió del retablo vino a mí diciéndome:

-Ese Asno con la lira no es tu Dios. Es el mismo diablo que te ha tratado de engañar.


DANIEL DE CULLA


(*)Foto de Isabel G. de Diego